jueves, 23 de julio de 2009

Teoría 2: RESUMEN DE LAS MEDITACIONES METAFÍSICAS DE RENÉ DESCARTES

RESUMEN DE LAS MEDITACIONES METAFÍSICAS
DE
RENÉ DESCARTES
Prólogo y resumen de las meditaciones según Descartes
Las meditaciones metafísicas de Descartes tienen como principal objetivo la demostración de Dios mediante razonamientos lógicos y de definir las bases del conocimiento del momento con el fin de disponerlo sobre unas bases más sólidas de las que había hasta entonces.
Descartes también estudiará la naturaleza dual del hombre compuesta por la “res cogitans” (pensamiento) y la “res extensa” (cuerpo). En resumen y en palabras del autor, podríamos decir que Descartes busca encontrar “la verdad” de las cosas a través de la razón.
Meditación primera
En esta primera meditación Descartes se plantea la duda principal y la que conlleva todo el desarrollo posterior. Descartes vio que afirmar o negar todas las verdades individualmente sería una idea estúpida e inútil. Sin embargo, se percató de que todos los conocimientos que había adquirido a lo largo de su vida se basaban en los sentidos. Por eso se planteó: ¿puedo fiarme de los sentidos? No, puesto que si he podido comprobar que a veces me han engañado, quién me dice que no lo hacen siempre. Otra observación que lo llevo a la duda fue el hecho de que no pudiera distinguir el sueño de la vigilia.
Todo esto llevó a Descartes a pensar si realmente, este Dios que el tanto quiere demostrar, quiere que vivamos en un mundo de engaño y mentira. Pero esto no es posible, puesto que Dios es bondad suprema y no sería coherente que quisiera que fuéramos engañados. Así pues, llega a la conclusión de la posibilidad de la existencia de un genio maligno, que mediante trampas nos lleva al error.
Meditación segunda
Una vez destruidos todos los conocimientos que había adquirido durante su vida, busca volverlos a reconstruir mediante un patrón fiable y de mucha más solidez. Para encontrar algo 100% fiable, Descartes busca entre las funciones del alma, pues las tareas que necesitan del cuerpo no pueden afirmarse puesto que no podemos demostrar la existencia de tal cuerpo. Descartes llega a la conclusión de que si piensa, existe (“cogito ergo sum”). Con esto ya ha encontrado la verdad absoluta y ya ha demostrado la existencia del espíritu. Luego el cuerpo no es más que el medio que usa el alma para interactuar con el mundo material creado por Dios.
Meditación tercera
En esta tercera meditación, Descartes demuestra la existencia de Dios. ¿Cómo demostramos su existencia? Los humanos son una sustancia, pero una sustancia pensante, una sustancia que desea, si desea es porque le falta algo, si le falta algo es porque hay algo mejor, completo, perfecto. ¿Cómo sabemos que nosotros no somos seres perfectos? Porque nosotros, aunque captemos las cualidades de los objetos, no sabemos si realmente estas cualidades son las auténticas o si simplemente son aproximaciones nuestras, distintas seguramente a las que realmente son de su naturaleza. Descartes distingue entre dos tipos de cualidades: las primarias y las secundarias. Las primarias son las que captamos a través de la razón y las secundarias a través de los sentidos; por lo tanto, las cualidades primarias son claras y distintas, mientras que las secundarias nos pueden llevar al error.
Aún pensando que fuéramos seres perfectos y autosuficientes, se nos plantea la duda de quién nos creó. El cuerpo evidentemente nace de un parto y lo explica la biología; lo que nos falta es quién crea el alma (“res cogitans”). Evidentemente debe venir de un ser superior, Dios; sólo Él es capaz de unir al cuerpo una alma. Y así queda resuelto el segundo argumento de la existencia de Dios.
Aún así nos faltaría saber cómo adquirimos la idea de la existencia de Dios. Como evidentemente no puede percibirse a través de los sentidos, nos percatamos de que sólo Dios mismo nos pudo introducir esa idea de forma natural.
Meditaciones metafísicas en las que la existencia de Dios y la distinción real entre la mente y el cuerpo son demostradas. Obra escrita por René Descartes y publicada por primera vez en 1641. En ella se elabora el sistema filosófico cartesiano que fue introducido en su Discurso del Método (1637).
El libro está compuesto por seis meditaciones en las cuales Descartes rechaza toda creencia en lo que no sea absolutamente cierto y luego intenta establecer lo que se puede saber con seguridad.
La primera meditación revela cuatro situaciones que tienen el potencial de confundir nuestras percepciones lo suficientemente como para invalidar una serie de enunciados sobre el conocimiento. El más importante de los argumentos invalidadores que Descartes presenta es el del genio maligno, que tiene la capacidad de confundirnos en nuestras percepciones y arroja dudas sobre todo lo que podemos conocer acerca del mundo y de sus propiedades. Sin embargo, aunque el engañador puede falsear nuestras percepciones, no tiene la capacidad de falsear lo que "creemos" percibir. Descartes también concluye que el poder de pensar y existir no pueden ser corrompidos por el engañador.
La segunda meditación contiene el argumento de Descartes sobre la certeza de la propia existencia, incluso ante la duda de todo lo demás:
Me he convencido de que no hay nada en el mundo, ni cielo, ni tierra, ni mente, ni cuerpo. ¿Implica ello que yo tampoco exista? No: si hay algo de lo que esté realmente convencido es de mi propia existencia. Pero hay un engañador de poder y astucia supremos que me está confundiendo deliberada y constantemente. En ese caso, y aunque el engañador me confunda, sin duda, yo también debo existir... la proposición "yo soy", "yo existo", es necesariamente cierta para que yo la exprese o algo confunda mi mente.

En otras palabras, la conciencia implica la existencia. En una de las réplicas a las objeciones del libro, Descartes resumió este pasaje en su ahora famosa sentencia: pienso, luego existo (en latín cogito ergo sum ("pienso, luego soy"). Sería absurdo pensar que cuando vemos y sentimos en realidad no sabemos ni sentimos que estamos viendo y sintiendo: puedo pensar y dudar si el mundo existe o no pero está claro que cuando pienso eso mi pensamiento efectivamente existe. Por tanto "pienso (dudo), luego existo"
El resto del libro contiene varios argumentos que los filósofos modernos consideran menos convincentes, tales como los argumentos ontológicos para la existencia de Dios y la supuesta prueba del dualismo entre la mente y el cuerpo

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